El Elche C.F. visitaba por cuarta vez el estadio Metropolitano. Los antecedentes eran totalmente favorables a los colchoneros, que sumaban tres victorias y sólo habían cedido un empate la temporada anterior.
La victoria del equipo 3-1, siete días antes en Altabix ante el Real Murcia, y la tercera plaza del equipo en la tabla fue clave para que cientos los ilicitanos acompañaran al equipo hasta Madrid. Por su parte, el Atlético de Madrid estaba sumergido en una profunda crisis, tanto deportiva como social. El equipo era colista de Primera División, con una única victoria en las primeras ocho jornadas y gran parte de su afición estaba molesta con el club ante la posible venta del Metropolitano.
Heriberto Herrera supo conjugar todos los ingredientes y el Elche C.F. saco tajada en aguas revueltas. El trío de delanteros franjiverdes estuvo compuesto por uno de los tridentes más peligrosos del fútbol español de la década de los 60; los paraguayos Eulogio Martínez y Ángel Romero y el hondureño Cardona, que aquella tarde dio una lección de juego en uno de los escenarios históricos del fútbol europeo. Durante la primera parte el equipo jugó con ocho futbolistas por detrás del balón. Arriba, en punta, tres futbolistas muy veloces que amenazaban con romper el sistema defensivo de Rafael García Tinte.
El Atlético de Madrid no creaba problemas y Cardona llevó los nervios a la grada en varias ocasiones, con un abanico de regates imposibles de frenar por los Glaría, Rivilla, Rives o Calleja.
Una contra, en el inicio de la segunda parte, conducida por Cardona y Antonio Oviedo y culminada magistralmente por Ángel Romero, se convertía en el gol de los ilicitanos. La grada se impacientaba y veía cómo su equipo era incapaz de encontrar fisuras en la defensa ilicitana. Y sobre todo había un temor; el menudo delantero hondureño capaz de resolver el partido en otra contra. Durante doce minutos, el Elche C.F. fue por delante en el marcador, la única vez en toda su historia que fue ganando en sus visitas al Metropolitano y años después en el Vicente Calderón.
Pero un penalti, señalado por el juez de línea tras las protestas de los atléticos privó al Elche C.F. de conseguir la victoria. Juan Carlos Lezcano, en tareas defensivas, intentó despejar un balón que subió por su pierna y dio en su mano de forma involuntaria. En un segundo despeje Lezcano enviaba el balón fuera del campo. Cuando los ilicitanos se preparaban para defender el saque de banda, el árbitro decidió consultar con Bernal, juez de línea, ante la insistencia de varios futbolistas del Atlético de Madrid, señalando finalmente el punto de penalti. Enrique Collar, que se había declarado en rebeldía por diferencias con la directiva y al que se le tramitó su ficha solo dos días antes del partido, batía a Manolo Pazos, que jugaba esa tarde su partido número 250 como futbolista de Primera División.
El Elche C.F. siguió buscando la portería rival, siendo de nuevo Cardona quien más quebraderos de cabeza ocasionó a la zaga colchonera, provocando en varios momentos las airadas protestas de la grada del Metropolitano. Al día siguiente la prensa deportiva madrileña elogió al equipo, destacando sobremanera la actuación de José Enrique Cardona.
Los directivos del Atlético de Madrid quedaron sorprendidos y pusieron en marcha la maquinaria para hacerse con sus servicios. Esa misma temporada se cerró su traspaso al conjunto colchonero y el hondureño disputó la Copa del Generalísimo, quedando subcampeones, tras caer derrotados en la final ante el Real Zaragoza. El gol del Atlético de Madrid lo marcó Cardona.
Antonio J. Pamies
Área de historia del Elche C.F.